José
Sanz Aguado, el optimista incorregible

( Autor: ©
Javier Cordero Fernández )
No se puede poner en duda, José Sanz Aguado fue un
ajedrecista peculiar, probablemente único, y lo fue en lo
bueno y en lo malo, con una personalidad que marcó su
juego y su carrera en el mundo del ajedrez. Por sus
éxitos y por sus contribuciones al desarrollo del ajedrez
en España, se merece un hueco entre esos ajedrecistas que
deben ser recordados.
José Sanz Aguado nació el 20 de Noviembre de 1907, en
Martorell (Barcelona). Sin embargo, pasó la mayor parte
de su vida en Madrid, ciudad en la que falleció el 14 de
Diciembre de 1969.
Durante su niñez su familia se desplazó a Madrid, ciudad
que se convertiría en su hogar permanente. Sanz apareció
en los círculos ajedrecísticos madrileños en 1925,
menguados círculos en los que había escasa actividad.
Durante esos primeros años Sanz no logró destacar,
estando siempre a la sombra de jugadores más relevantes
como Abelardo Bretón, Luis Talavera, José de la Rosa,
Fernando Lodo o Brígido Chamero. Sin embargo, estos
jugadores tardarían poco en ser desplazados por una horda
de jugadores jóvenes, con Sanz, Ortueta y Almirall a la
cabeza, cuyo ímpetu les llevó a dominar el ajedrez
madrileño durante la siguiente década.
Unos
comienzos complicados

Díez del
Corral (dcha) vs José Sanz
No eran tiempos sencillos para el ajedrez, sin el motor
del dinero ningún deporte puede crecer... y el dinero
escaseaba entre los tableros de ajedrez. De este modo, no
se organizaban torneos nacionales ni internacionales,
salvo raras excepciones, y los
ajedrecistas españoles debían conformarse con competir
en los clubes de sus ciudades, siempre ante los mismos
rivales, una y otra vez, condenados a repetirse, lo que
lastraba enormemente el progreso de su juego. El problema
se acentuaba cuanto más pequeña era la localidad,
sometiendo a ciertos jugadores a un aislamiento nefasto
para sus aspiraciones.
Sanz empezó a sobresalir en 1928, año en que logró
vencer en el torneo social del Club Centro Hijos de
Madrid, entidad más destacada de la capital en esos
años. En 1929 ocurrió algo fuera de lo común: se
organizó un torneo internacional en Barcelona, lo que
generó una gran expectación ya que se iba a contar con
la presencia de Capablanca, Tartakower y Colle. Por este
motivo, en distintas regiones de España se organizaron
torneos clasificatorios para participar en Barcelona.
Madrid contaba con dos plazas y la mencionada horda de
jóvenes peleó
por ellas con fiereza... era su momento. Finalmente Sanz, tras mucha
lucha, se tuvo que doblegar ante Almirall y Ortueta que
lograron la clasificación para Barcelona, aunque no
directamente para el torneo internacional, ya que tuvieron
que jugar una fase previa en la que ambos fueron
eliminados (Almirall de forma muy polémica, ya que se resolvió un empate a puntos de forma poco clara).
Con el cambio de década un nuevo club vio la luz en
Madrid: el Club de ajedrez Madrid, en el que rápidamente
se aglutinaron los jugadores más fuertes de la ciudad
(incluido Sanz). Su
sede, situada en el edificio del Círculo de actores
(Príncipe, 27), se encontraba abarrotada al atardecer,
justo al finalizar la jornada laboral, prolongando sus
sesiones hasta bien entrada la noche. En sus 13
mesas se concentraba una actividad frenética; siempre
ocupadas, los mirones las rodeaban tratando de que ninguna
jugada escapase a sus ojos, comentando cada lance del
juego, lo que creaba una curiosa atmósfera, entre
silenciosa y agitada, que sólo se puede dar alrededor de
unos tableros de ajedrez. Los Ortueta, Llorens, Cadenas,
Almirall, Kern, Añón o el propio Sanz jugaban partidas amistosas, se
lanzaban constantes retos o analizaban posiciones sin
cesar. El presidente del club, el Sr. Sánchez Pérez,
tuvo gran parte de culpa en el incremento de la actividad
en los tableros madrileños. El club cambiaría su nombre
a 'Casino Militar' en Enero de 1933, al fusionarse con el
Centro Cultural del Ejército y de la Armada, y empezar a
utilizar sus instalaciones.

Vicente
Almirall, Martín de Ortueta y José Sanz, conocidos como
los 3 mosqueteros castellanos
Vicente Almirall logró el triunfo en el primer torneo
social del nuevo club, aunque lo hizo de forma muy
ajustada ya que finalizó empatado con Sanz; el ganador
final se decidió mediante un match en el que Almirall
venció con claridad: 6'5-2'5. Un año después, en 1931,
Sanz logró desquitarse al arrebatar el título a su rival
en un emocionante final: llegó empatado con Almirall a la última
ronda y el azar quiso que se enfrentasen en la última
partida, inclinándose, en esta ocasión, la balanza a favor del protagonista de este artículo. Pero un año
después fue Almirall quien volvió a hacerse con la
victoria, en esta ocasión de forma contundente al
aventajar a Sanz, 2º clasificado, en 3 puntos: Ver
clasificación. La
ausencia de Almirall en la edición siguiente permitió a Sanz
recuperar el título de
campeón del club en un largo y agotador torneo: Ver
Torneo social de 1933.
La actividad seria era prácticamente nula, por lo que
era habitual la organización de torneos de entrenamiento, como la
competición que se ideó a finales de 1930 para que
Golmayo se pudiese preparar de cara a su match contra Rey
Ardid por el título nacional. Golmayo venció con
claridad y Sanz tuvo una gran actuación al finalizar en
2º lugar: ver
tabla. Esta precaria situación forzaba a todos los jugadores de
la época a ser amateurs, sin poder dedicarse al ajedrez en
exclusiva. El campeón de España, Manuel Golmayo, era
militar (como también lo fue su hermano Celso), Rey Ardid era psiquiatra, Almirall ingeniero
industrial y
José Sanz tenía un puesto de funcionario en Correos, al igual que lo
tuvieron más tarde Pomar
o Eduardo Pérez.
Los grandes dominadores del ajedrez madrileño eran
Almirall, Ortueta y Sanz, ellos ocupaban inamoviblemente
los primeros puestos de cada competición. Martín de
Ortueta era un constante azote para Sanz, un mazo
que golpeaba insistentemente su tablero; su estilo
creativo y agresivo se atragantaba a su metódico rival,
que se veía obligado a inclinar su rey en demasiadas
ocasiones ante el empuje de los violentos ataques que lo
acosaban. Con el paso de los años Sanz logró revertir
esta situación, siempre a base de trabajo y tesón.
Realmente Ortueta era su antítesis: uno era metódico y
trabajador, cimentando su juego en una sólida
preparación; el otro era pura improvisación, siempre
mirando hacia delante incapaz de contener una energía que
parecía bullir de su interior y también incapaz de
prepararse adecuadamente (argumentando una constante falta
de tiempo), lo que le obligaba a improvisar durante la
apertura.

José
Sanz vs Ángel Ribera
En 1931 Sanz logró uno de los triunfos más importantes de su
carrera: se proclamó primer campeón de Madrid. Aún no
existía la Federación castellana de ajedrez, pero con
mucha dedicación se pudo organizar este torneo que congregó a los
jugadores más importantes de la región. Las crónicas
nos cuentan que Sanz no partía como favorito, pero,
dispuesto a desafiar a la lógica, logró encaramarse en
lo alto de la clasificación desde los primeros compases y en ese estado de optimismo nadie pudo
apearle de su privilegiado lugar, cimentando su triunfo en las victorias logradas ante sus rivales directos, que
como siempre fueron Almirall y Ortueta: ver
detalles del campeonato. Durante
gran parte del torneo, el joven Alfonso Cadenas
(considerado niño prodigio del ajedrez madrileño unos
años atrás) fue el gran rival de Sanz, aunque perdió
sus opciones en las últimas rondas. Un lector del Diario
El Sol no quiso aceptar el triunfo de Sanz y lanzó un
sorprendente reto: donaba 1.000 ptas (cifra considerable
para la época)
para la organización de un match entre Cadenas y Sanz,
apostando a que Cadenas sería el vencedor sin ninguna
duda; a pesar de que la proposición parecía seria, no
prosperó.
Los buenos resultados avalaban a Sanz y la Federación
española decidió darle una de las plazas para el equipo
nacional que participaría en la Olimpiada de Praga (esta
sería su única participación en esta competición). España tuvo una pobre
actuación en la Olimpiada, ocupando el último lugar, y
Sanz mantuvo el mismo tono gris jugando en el tablero
reserva al lograr sólo 3'5 puntos en 15 partidas. Los
ajedrecistas españoles pagaban su escasa participación
en citas importantes, incapaces de rendir adecuadamente
cuando había que jugar partidas de nivel cada día, sin
la capacidad para aguantar semejante presión y sin la
preparación adecuada para acometer lo que se conocía
como la práctica del ajedrez magistral.
En 1932, en la soleada ciudad de Valencia, se organizó un torneo de candidatos al título de
campeón de España que ostentaba Rey Ardid. Sanz estuvo a
gran nivel en esta importante cita, peleando por un
triunfo que
finalmente se escapó por dos inesperadas derrotas ante
Domínguez y Fernández Avellán. Sanz finalizó en tercer
lugar a dos puntos de Casas, por lo que recibió el
título de Maestro Nacional por su actuación. Sanz jugó una parte del
torneo con un resfriado, lo que pudo mermar su juego o al
menos así lo creyó nuestro protagonista.
Ese tipo de justificaciones fueron una constante a lo
largo de su carrera, las cuales estaban ligadas a una
confianza en sí mismo que le hacía creer que no podía
ser derrotado por ningún rival, haciendo que en cada
partida la victoria se convirtiese en una obsesión,
único modo de demostrar su supuesta superioridad. Conocer estos aspectos de
la personalidad de Sanz es indispensable para llegar a
conocer al ajedrecista, por lo que en el siguiente
apartado trataré la influencia de su
optimismo sin límites y su fuerte carácter en su estilo de juego:
En
el mejor momento de su carrera
Y los años 30, la gran época dorada de Sanz, fueron discurriendo de esta forma casi monótona,
siempre con los mismos torneos sociales, siempre con las
mismas dificultades para conciliar la vida laboral con el
ajedrez (Sanz solía viajar fuera de Madrid por este
motivo, perdiendo alguna partida por incomparecencia). Y
también con algunos problemas de salud, que resultaron
preocupantes cuando Sanz perdió el conocimiento y se
calló al suelo durante una partida que le enfrentó a
Añón en 1931.
En ocasiones la monotonía del ajedrez castellano se rompía con la llegada a
Madrid de algún maestro extranjero, lo que se aprovechaba
para organizar un pequeño torneo que sirviese para
que los jugadores locales se pudiesen enfrentar al ilustre
visitante. Así ocurrió con el sueco Ored Karlin en 1933 (motivo
por el que se organizó el siguiente torneo) y con Aristide Gromer en Septiembre
de 1934. El maestro francés dio sesiones de simultáneas,
participó en un torneo contra los mejores jugadores
madrileños, en el que Sanz finalizó
4º, dio una conferencia sobre la historia
del ajedrez, y jugó dos
encuentros amistosos con Sanz y Ortueta. Ambos encuentros
se jugaron a 5 partidas y con una bolsa de premios de 225
ptas (75 aportadas por Gromer y 150 aportadas por sus
rivales en ambos casos). Gromer venció a Sanz de forma
ajustada, 3-2, y de forma más clara a Ortueta, 4-1
(pueden ver alguna de las partidas en el archivo pgn
adjunto).
El nombre de José Sanz era muy popular en España,
aunque más allá de las fronteras españolas era un
auténtico desconocido... o al menos lo fue hasta Junio de
1933, fecha en que su nombre resonó con fuerza en los
cuatro puntos cardinales del planeta ajedrecístico gracias a un
maravilloso final que jugó ante Ortueta. Dicho final ha
sido publicado en incontables ocasiones y ha sido sometido
al análisis de los jugadores más importantes. Sin
embargo, la partida Ortueta-Sanz siempre ha estado empañada por la sospecha, dudas que afectan a su
autenticidad, misterio que podéis conocer en el siguiente
enlace:
Sanz no se limitó únicamente
a la competición, también trató de contribuir al
desarrollo del ajedrez en Madrid. Para ello daba
conferencias en las que disertaba sobre la historia del
ajedrez o repasaba la actualidad internacional. También
fue columnista del Diario Luz entre los años 1932 y 1934,
con una colaboración semanal donde trataba la actividad
del ajedrez
madrileño, así como interesantes pinceladas sobre el
ajedrez internacional y un apartado de estudios y finales.
Siendo realistas, hay que resaltar que Sanz no era un gran
escritor, pero poseía amplios conocimientos sobre todo lo
relacionado con el ajedrez. Justo al finalizar su colaboración en Luz, Sanz comenzó
a dirigir la revista "Ajedrez español", una
publicación de verdadera calidad que llenaba el enorme
vacío existente, ya que no existía ninguna revista de
carácter nacional en aquella época. Sanz consiguió
importantes colaboraciones para la revista, como las de
Capablanca, Alekhine, Koltanowski, Flohr, Tartakower o
Znokso Borovsky, siempre gracias a un gran esfuerzo y
perseverancia, y en ocasiones sin rentabilidad alguna,
viéndose obligado a cuadrar las cuentas con su propio
dinero. Por desgracia, el
comienzo de la Guerra Civil puso fin al proyecto en Julio
de 1936.
Nuevas ideas relacionadas con el ajedrez rondaban su
cabeza sin cesar, cristalizando en proyectos que siempre
estaban encaminados al crecimiento de este deporte en
Madrid. De este modo,
Sanz impulsó la creación de una sección de ajedrez en
la Sociedad Cultural
Deportiva, la cual vio la luz el 5 de Enero de 1936,
desvinculándose del Club de ajedrez Madrid (de hecho
varios clubes de ajedrez se crearon en esos últimos
meses, nutriéndose de antiguos jugadores del club). Se
inauguró la sección con una conferencia sobre la
Historia del ajedrez impartida por Sanz, que luego dio una sesión
de simultáneas a 20 tableros (+14 -3 =3). Se cerró el acto con dos
partidas a la ciega jugadas en consulta por Fuentes y
Ganzo con un resultado de +1 -1.

Simultáneas
de Sanz en la inauguración del Club Cultural Deportiva
La
Guerra quebró los tableros de ajedrez
Cuando mejor marchaban las cosas para nuestro protagonista, el
horror, en forma de guerra civil, se extendió con rapidez
por todo el país paralizando toda actividad. Sanz sufrió
en primera persona la crudeza del conflicto al perder una pierna, no se sabe
si durante un bombardeo o en combate. El ajedrez
madrileño acusó el golpe, varios clubes acababan de ser
creados: Real Madrid CF (que contaba con Almirall, Fuentes
y Kern), la Cultural Deportiva (creado por Sanz y con
Ganzo entre sus filas), Club Internacional (creado por
Ortueta) y Club Golmayo (que contaba con Alfonso y
Galindo)... tras la guerra todos ellos desaparecieron
salvo el Club Real Madrid, entidad que terminó fichando a
Sanz.
Tras la Guerra, Sanz abandonó España y pasó unos años
en Francia, donde, como no podía ser de otra forma,
buscó y encontró a su querido ajedrez. El motivo de este
exilio voluntario tuvo su origen en la pérdida de su
puesto en Correos, aunque años después sería readmitido,
pudiendo regresar a España. En París, Sanz entró en
contacto con varios maestros destacados, como Rossolimo o
Znosko Borovsky (con quienes mantenía largas charlas sobre
la historia del ajedrez o sobre teoría), enrolándose en el club de
ajedrez del Palais Royale (París), que tenía su sede en el café
Anglaterre. De este modo, se mantuvo muy activo,
participando en muchos torneos, sobre todo competiciones
menores que organizaban los clubes o sociedades de ajedrez
(como el club de la Bastilla, situado en el Café Enrique
VI)... los grandes torneos estaban alejados de París, que
pasaba por tiempos difíciles. Sanz finalizó en segunda
posición en un pequeño torneo internacional organizado
en París: Torneo de París
1941.

Sanz regresó a los torneos españoles en el año
1942 y lo hizo con notable éxito al imponerse con
claridad en el torneo de otoño del Real Madrid CF,
batiendo a maestros contrastados como F. J. Pérez,
Fuentes y De Agustín: ver
tabla. Este resultado causó sorpresa en
los medios madrileños, que antes del torneo habían
hablado de un Sanz bajo de forma por su inactividad
durante los últimos años. Nada más lejos de la
realidad, Sanz se había mantenido muy activo en París y
había aprovechado la experiencia para aprender junto a
maestros de gran nivel mientras sus rivales aún estaban
intentando rehacer sus carreras tras la guerra en un
ajedrez casi parado.
La guerra había
cercenado las posibilidades
de progreso de la mayoría de jugadores españoles,
sumiéndoles en un estancamiento que afectó enormemente a
su juego. En ese ambiente, un ajedrecista trabajador y
bien preparado, como lo era Sanz, pudo subir un escalón
que antes era inaccesible para él: salto que comenzó a dar con su
victoria en el torneo de candidatos al Campeonato de
España de 1943. Este resultado representó una gran
sorpresa por partida doble: Sanz no partía como favorito
(Medina o Albareda eran los nombres que más sonaban en
las apuestas) y comenzó el torneo de forma desastrosa con
0'5 puntos en las 3 primeras rondas, lo que casi le
descartaba para el triunfo final. En ese momento entró en
juego una de sus características principales: el tesón; sin desanimarse, comenzó a lograr una victoria tras otra
limando poco a poco la diferencia que le separaba de los
puestos cabeceros. La recuperación de Sanz fue
histórica, logrando vencer en el resto de rondas que
quedaban, lo que le permitió alcanzar a Miguel Albareda y
finalmente superarle gracias al desempate. De este modo,
Sanz había ganado el derecho a luchar por el título que
ostentaba Rey Ardid desde 1930: Ver
clasificación.
Arrebatar
la corona a Rey Ardid se antojaba una tarea digna de
titanes, no en vano el campeón de España había vencido
con rotundidad en todos sus anteriores encuentros. Pero el Doctor Rey no atravesaba por su mejor
momento, volcado en su profesión había descuidado su
preparación, lo que representó una oportunidad que Sanz
no podía dejar pasar. Desde un principio ambos jugadores
entraron en una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, sin
respiro, sin especular con el resultado, lo que se tradujo
en varias alternativas en el marcador: empezó mandando
Rey Ardid tras un triunfo fulgurante, el cual no pareció
afectar a Sanz que logró remontar el marcador hasta un
2-1 a su favor, resultado que volvió a sufrir un giro de
180º para ponerse 2-3 a favor del campeón vigente. Sin embargo, el esfuerzo pasó
factura a Rey Ardid, que empezó a jugar sin tanta
energía, viéndose incapaz de ganar una partida más. De
este modo se llegó a la última partida con empate en el
marcador, empate que favorecería al campeón, que
retendría el título en ese caso. Rey Ardid siempre fue
un caballero fuera y dentro del tablero, y encaró la
última partida sin especular, demostrando que para él
era una deshonra conseguir el título buscando unas
mediocres tablas. Rey Ardid, cegado por su ansía de
victoria, declinó un cambio de damas en la jugada 23 y
lanzó un ataque demasiado arriesgado que no logró su
objetivo; Sanz contraatacó con rapidez y logró una
victoria sin paliativos que le alzaba al punto más alto
de su carrera en el tablero.
Como campeón de España, Sanz fue requerido desde
distintas ciudades para mostrar y demostrar su
juego ante unos aficionados deseosos de verle en acción.
De este modo, comenzó una interminable y agotadora gira de
simultáneas que le llevó a varias poblaciones del norte de
España. En el siguiente enlace pueden conocer algunos
datos de simultáneas que Sanz dio a lo largo de su
carrera:
La estancia de Sanz en la cima del ajedrez español fue
breve y supuso el comienzo de una lenta caída. La
aparición de nuevos talentos, como Medina, Pérez o
Pomar, fue como un terremoto que sacudió el ajedrez
español y derribó los pilares anteriormente asentados.
Sanz se vio superado por unos jugadores tan bien
preparados como él y que tenían un talento
incuestionable. Precisamente fue Medina el que desprendió
la corona de campeón de España de su cabeza con un fuerte manotazo
en forma de sensacional actuación en el Campeonato de 1944 (primero que se disputaba como torneo, de
7 participantes en concreto), logrando 10 puntos en 12
partidas; Sanz sólo pudo ser 4º con 5'5 puntos. Sanz no
volvió a tener una actuación destacada en el Campeonato
nacional, confirmando que su tiempo estaba quedando atrás.
(Ver
Campeonatos de España).

Ramírez
(dcha) vs José Sanz, 1963
Un
lento ocaso, aunque todavía en la senda del triunfo
Tras ceder el trono del ajedrez español, el ánimo de
Sanz no se resintió, su ego era incorruptible y seguía
confiando en sí mismo hasta límites que sólo él podía
alcanzar. En las tardes de ajedrez del café Imperio,
donde se reunían los ajedrecistas madrileños por aquel
entonces (Juan Manuel Fuentes jugaba allí a diario y daba
clases de ajedrez), solía comentar que había recuperado
la forma y que no habría jugador en España que pudiera
derrotarle: «estoy dispuesto a jugar un encuentro con
quien haga falta. Medina aún está verde y Golmayo está
marchito, por lo que es mi generación la que debe
triunfar»... ¡qué equivado estaba!
En la década de los 40 el cielo ajedrecístico en España
se fue abriendo, aunque todavía se podían ver algunas
nubes oscuras. Por primera vez se organizaban torneos con
cierta regularidad, pero en su mayor
parte se trataba de
competiciones menores en las que se contrataba a un par de
maestros de nivel que debían competir con los mejores
jugadores locales. En este escenario Sanz cobró
protagonismo, era uno de los jugadores más valorados a
nivel nacional y fue uno de los maestros invitados en
muchos de estos torneos. Sanz logró rendir a buen nivel
en este tipo de competiciones,
consiguiendo el triunfo en Cáceres 1946 y 1947, Albacete 1948 y
Málaga 1949, abanico de triunfos que podía haber sido
más amplio de haber sabido rematar torneos que tenía
bien encauzados y en los que terminaba cediendo tras
alguna sorprendente derrota en alguna partida. Sus
actuaciones en torneos de más calado fueron menos
destacadas, sobre todo en los que tenían carácter
internacional. Aún así, logró un importante triunfo en Berga
1952, torneo internacional en el que se
enfrentó a rivales de la entidad de Donner, Torán, Popel
o F. J. Pérez, y rozó la victoria, tras una buena
actuación, en Santander
1958. A estos triunfos hay que sumar 7
victorias en torneos sociales en los distintos clubes a
los que perteneció, la mayoría logradas antes de la
Guerra. No me voy a extender demasiado en tratar
sus actuaciones concretas en torneos, ya que se pueden
consultar en detalle en la sección de palmarés.
En 1950, debido a un cambio de destino relacionado con su
puesto de trabajo en Correos, se trasladó a Barcelona. Rápidamente
se introdujo en los círculos ajedrecísticos de la ciudad
condal enrolándose en el Club de ajedrez Barcelona. En
Cataluña encontró rivales duros que le impidieron
sobresalir como él hubiese deseado, incluido Francisco
José Pérez, que por aquel entonces también se
encontraba residiendo en Barcelona y que sí consiguió
competir con
verdadero éxito. Sanz mantuvo su peculiar
forma de ver la realidad, tal vez algo pueril y en
ocasiones prácticamente imaginaria, y cuando
Pablo Morán le preguntó cómo le iba en Barcelona
contestó sin inmutarse: "Bien, bien... la verdad
es que no encuentro resistencia por allí".
En 1955 retomó la dirección de la revista "El ajedrez
español". Esta publicación había reaparecido al
finalizar la Guerra Civil bajo la dirección de Francisco
Ojeda Cobos, para luego pasar por las manos del reputado
editor Ricardo Aguilera. Sanz editó "El ajedrez
español" hasta 1960, año en que cedió el testigo a
José Luis López Iglesias, que transcurridos unos años
se lo cedería a su vez a Román Torán. Sanz dejó su
sello personal en los años en que fue director, los
números que publicó se diferencian claramente del resto
por tratar más en detalle los acontecimientos del ajedrez
español, mientras los demás editores, sobre todo Torán,
se centraron más en lo que acontecía en el panorama internacional.

En 1957 Sanz participó en el torneo de Gardone Riviera
(Italia). Sorprendentemente este sería su primer torneo
individual lejos de España, años después jugaría en
Reggio Emilia y al final de su carrera es Islas Feroe. El
torneo italiano, jugado con el sistema suizo, representó
una dura prueba, ya que esta población se encontraba muy
próxima a la frontera con Yugoslavia y varios maestros de
este país acudían cada año a esta modesta competición.
Sanz finalizó 6º y no pudo evitar volver a recurrir a
una nueva excusa: se vio muy perjudicado por el ritmo de
juego (25 jugadas por hora). El torneo fue ganado por
Mario Napolitano.
En 1958 dejó de formar parte del Real Madrid CF para
pasar a engrosar las filas del Club de ajedrez Maira, con
el que se proclamó sorprendente campeón de Castilla
por equipos ese mismo año. Y la sorpresa fue mayúscula
ya que en las filas de este club sólo se encontraban Sanz
y Fuentes junto a otros jugadores de poco renombre. A
mediados de los 60 regresaría al Real Madrid CF, con el
que participaría en varios Campeonatos de España por
equipos.
En la década de los 60 Sanz tuvo que batallar contra un
constante deterioro de su salud, desagradable lucha que no
consiguió separarle de su querido ajedrez, aunque si
consiguió alejarle de los tableros durante largas
épocas. Sanz siguió participando en torneos, aunque de
forma esporádica y sin la fuerza que siempre mostró en
épocas anteriores (aunque aún era capaz de brillar, tal
como hizo en la localidad francesa de Vence). De todos modos, su reputación se
mantuvo prácticamente intacta, como lo prueba el hecho de
que fuese seleccionado como primer tablero para el
encuentro que debía enfrentar a Madrid con Lisboa; Madrid
venció con claridad por 19-13 y Sanz tuvo una gran
actuación al derrotar a Joaquim Durao por 2'5-1'5.
347
partidas de José Sanz |

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Palmarés
de José Sanz |

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El mérito de Sanz es mayor del que pueda parecer.
Procedía de una época donde había grandes dificultades
para competir y progresar, y aún así logró mantenerse
entre los ajedrecistas más destacados del país durante 4
décadas. De hecho, fue el único de los jugadores
madrileños de los años 30 que logró proseguir con
éxito sus andanzas en el tablero, los otros dos grandes
representantes del ajedrez castellano, Almirall y De
Ortueta, desaparecieron de la escena ajedrecística en los
años 40 (Almirall debido a problemas de salud).
La luz de José Sanz, que parecía inagotable, se apagó
definitivamente durante la Navidad de 1969. Con su
desaparición se fue gran parte de una época y, sobre todo
se fue un jugador irrepetible, con sus manías y con sus
defectos, pero con un entusiasmo que siempre le permitió
superarse y alcanzar grandes éxitos ayudando, a su vez,
al crecimiento de un ajedrez español que se encontraba
aletargado.
Cerremos el telón de este artículo con unas partidas
brillantes jugadas por Sanz, a pesar de que su estilo era
eminentemente posicional, en ocasiones remataba sus
partidas con interesantes golpes tácticos:
Javier
Cordero Fernández
(11
Diciembre 2017)
BIBLIOGRAFÍA
"Los
campeones y los campeonatos de España".
Pablo Morán
Hemerotecas:
Luz, El Sol, La Nación, ABC, La Vanguardia y
Mundo Deportivo
Varios
números de las revistas El ajedrez español
y Trebejos
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