José Ponce y el tablero encantado

( Autor: ©
Javier Cordero Fernández )
Quien no conozca Cuenca se sorprenderá por el título de este artículo, aunque
para los conquenses la relación entre su tierra y la Ciudad
Encantada
(que se encuentra en la Sierra de su provincia) es algo
cotidiano. La propia ciudad de Cuenca parece haber sido
construida bajo un misterioso encantamiento que altera las leyes de la física. Levantada entre riscos y cerros, los edificios de Cuenca parecen desafiar
a la gravedad con altanería, siempre colgando al pie de precipicios, observando curiosos la orografía única e irrepetible que los rodea. Y sólo gracias a ese encantamiento parece resistir el paso de los siglos
sin precipitarse al vacío empujada por la fuerza de la gravedad.
Sin embargo, este encantamiento nunca se ha prolongado hasta el mundo del
ajedrez. En Cuenca, como en la mayoría de ciudades
pequeñas, el ajedrez no ha estado ni está demasiado
arraigado... cuestión de medios, supongo. Por eso
resulta muy interesante rescatar la historia
de José Ponce Navalón, un ajedrecista que emigró durante su
niñez y logró importantes éxitos lejos de su tierra.
Conozcamos su vida, que no se limitó, ni mucho menos, a
un tablero de ajedrez:
El
ajedrez, compañero desde la niñez

Ponce
(dcha) junto a su amigo Gómez (curso de 1967)
José conoció el ajedrez siendo un niño y su
improvisada profesora fue su madre, que fue la encargada
de enseñarle los mecanismos del juego. En su primera
partida le dio dama de ventaja... no lo volvería a hacer.
A su hermana mayor, que ya sabía jugar al ajedrez, le
ocurrió algo similar: después de 4 partidas jugadas
contra su hermano decidió no volver a
acercarse a un tablero de ajedrez.
Su paso por Cuenca sería temporal, cuando sólo tenía 9 años su familia se
mudó a Barcelona; su padre, guardia civil, había sido
destinado a la ciudad condal, por lo que tuvieron que
afrontar un cambio abismal en sus vidas... cambio que les
llevó a un destino inmejorable si hablamos del mundo del
ajedrez, algo que pudieron comprobar ese mismo año al
tener la oportunidad de presenciar en directo el
Campeonato del mundo juvenil que se jugó en la sede de
SEAT; allí José y su padre pudieron ver a jugadores de auténtica calidad,
como Bojan Kurajica (que fue el ganador final), Vladimir
Tukmakov (un fino táctico llegado desde Ucrania), Robert Hübner (que llegaría a ser uno de los
jugadores más fuertes del mundo), Robert Hartoch o
Raymond Keene (prolífico escritor y peligroso jugador de
ataque). Era el nacimiento de una pasión por el
ajedrez, pasión que se unió a un
talento especial para el juego que afloró con rapidez al ser el jugador más fuerte del Colegio San Pedro
Claver.
En esa pasión tuvo mucho que ver su padre. Persona
estricta en el cumplimiento del deber, cuando
se quitaba el uniforme de guardia civil era un entusiasta
aficionado del ajedrez y su historia que coleccionaba
libros y recortes de prensa que encuadernaba. De este
modo, en su biblioteca, junto a una amplia colección de
sellos de distintos países y otra de postales de
transatlánticos, se podían encontrar numerosos
libros sobre ajedrez romántico y varios que hablaban de torneos antiguos (como
San Petersburgo 1914, torneo en el que se entregaron los primeros
títulos de Gran Maestro, Nottingham 1936, que fue el último
enfrentamiento entre Alekhine y Capablacna, o el match
entre Capablanca y Lasker). El primer
libro que llegó a manos de Ponce fue una recopilación de
partidas de David Bronstein, las jugadas y aventuras 'del mago
ucraniano' le llevaron a otro nivel en su aprendizaje.
Sin embargo, siempre es importante que un niño no se dedique en
exclusiva al ajedrez. Ponce practicó varios deportes
durante su infancia: baloncesto (era capitán-entrenador
de su equipo), balonmano (como portero) y fútbol sala... y
guerras de piedras en la calle junto a sus amigos, en el
fondo todo era una buena preparación para las luchas que
vendrían años después en el tablero. En el colegio
siempre fue un buen estudiante que recibió premios por
buen comportamiento. Mientras estuvo en
los jesuitas pudo aprender catalán, ya que lo enseñaban
saltándose las normas que les obligaban a impartir clases
de latín.

Ponce
saltando el potro en la fiesta del colegio San Pedro
Claver (12 de Mayo de 1968)
El ajedrez estuvo muy presente durante toda su infancia. Uno de sus profesores
en el instituto la Salle Barceloneta, cuyo nombre era Maurice Perraut,
impartía clases de francés... y
también de ajedrez, ya que era un fuerte jugador de 1ª
categoría. Monseieur Perraut ponía en marcha todas las
actividades relacionadas con el ajedrez que podía,
animando a sus pupilos a participar en torneos. De este
modo, varios de sus alumnos, incluido José, se
inscribieron en un torneo organizado por el Diario
Dicen... y el azar quiso emparejar a maestro francés y
pupilo conquense en la primera eliminatoria, logrando el triunfo,
con sorpresa y alborozo de sus compañeros, el joven
discípulo. Ese año fue eliminado por el vencedor final,
Arnau, pero el año siguiente Ponce logró vencer en las 7
eliminatorias para proclamarse ganador del torneo Dicen.
Monseiur Perraut, siempre activo, consiguió en cierta
ocasión que Antonio Medina fuese a dar
una charla sobre ajedrez a su instituto, por lo que Ponce pudo
conocer a toda una personalidad del ajedrez español:
excelente jugador, Medina fue todo un caballero en el
tablero y fuera de él que protagonizó multitud de
anécdotas y conoció a los mejores jugadores del mundo
como jugador y como árbitro internacional... toda una
inspiración para los adolescentes que le escuchaban. En esa
época Ponce comenzó a visitar un club de ajedrez en el
que pudo jugar partidas con ilustres veteranos como Jaime
Boix, que siempre se sentaba ante el tablero con un puro en
los labios, o Puche. También
jugaba partidas en casa de Joaquín Albareda (no confundir
con el laureado Miquel Albareda), anciano que era dueño de una
fábrica de botones... que la mente infantil de José
fantaseaba con heredar ya que Joaquín no tenía hijos.
De
niño prometedor a juvenil
brillante

Ponce había completado la primera parte del camino:
destacar entre los muchos niños que se acercaban a un
tablero de ajedrez en Cataluña. A partir de ese momento,
el objetivo no podía ser otro que intentar aprovechar
las oportunidades que se ponían a disposición de las
promesas más destacadas. De este modo su juego entró en
una progresión constante, aunque para nada sencilla. En 1972
participó en el campeonato de Cataluña juvenil,
primera prueba verdaderamente importante a la que se
enfrentaba en la que,
lastrado por la inexperiencia, no consiguió rendir a buen
nivel finalizando en la parte baja de la clasificación.
En esa época ya formaba parte del Club Sant Josep de
Badalona y pudo participar en el Campeonato de Cataluña
por equipos preferente en el último tablero de su equipo
(el Sant Josep contaba con 4 equipos en este campeonato y las competiciones
se jugaban ¡a 10 tableros!). Curiosamente, en un
principio Ponce había fichado
por el Club Congrés de Barcelona, pero en el último
momento recaló en el Sant Josep, colegio famoso
por ser la cantera del club de baloncesto Joventud, ya que
iba a cursar COU allí (el propio José costeó
el precio de la matrícula dando clases de ajedrez). Ponce
permaneció en el Sant Josep hasta
1980, periodo en el que fue ascendiendo con gran rapidez
hasta ser el primer tablero del club en 1976. Tras dejar
el Sant Josep fichó por la Asociación Barcinona, club en
el que jugó hasta que abandonó Barcelona.

Escudos
del Sant Josep y de la Asociación Barcinona
En 1973 estaba encuadrado en 2ª categoría, por lo que
aún le quedaban dos peldaños por ascender para llegar a
la categoría preferente. En ocasiones esas categorías
no muestran el verdadero nivel del jugador y en el caso de
Ponce quedó demostrado con su 9º puesto en el campeonato
de Cataluña juvenil de 1974, resultado muy por encima de
lo esperado. Realmente la competencia era enorme: había
cuatro categorías distintas y en cada una de ellas
podían participar casi un centenar de ajedrecistas;
destacar entre semejante enjambre de rivales no era sencillo. Ese
mismo año logró el ascenso de categoría en el Regional
absoluto de 2ª categoría... y en otoño ya
ostentaba la categoría preferente.
Precisamente en 1973 jugó una de sus partidas más brillantes. Al
final de cada temporada en Barcelona se organizaba una
fiesta del ajedrez cuyo plato fuerte era un encuentro a 50
tableros entre jugadores de la capital y del resto de la
provincia. Tras el match se ofrecía una comida y más
tarde se entregaban los trofeos a los distintos campeones
regionales. Ese año, en la vigésima edición, la
ciudad vencería a la provincia por 52'5-47'5. José Ponce
aspiró al premio de belleza gracias a su partida ante Amat,
aunque finalmente el galardón fue a parar a manos de Alejandro
Pablo, otro prometedor joven que llegaría a ser campeón de
España juvenil y que tuvo actuaciones destacadas en varios campeonatos
nacionales absolutos. Las partidas fueron las siguientes: Ponce
- Amat y Pablo
-Satorra. Ponce se resarciría de este pequeño revés 3
años después cuando fue premiado con la partida más
brillante durante el campeonato juvenil de Cataluña tras una
preciosa lucha ante Antoni Benet: Ver
partida. Por este triunfo recibió un
lote de libros de la Editorial Bruguera y el aplauso del
público asistente.

Ponce
recibiendo el lote de libros de manos de Matías Guiu
El talento iba marcando el paso y en 1975 le aupa al tercer lugar en el
campeonato de Cataluña juvenil, empatado con los
dos primeros clasificados (José Pisa y Juan Ortín), un
gran resultado que le permitió participar en el
Campeonato de España de la categoría. Este logro es más
importante de lo que pueda parecer, un jugador joven
necesita que los focos apunten directamente sobre él para
poder recibir oportunidades, lo que convierte este tipo de
campeonatos en duras luchas por los primeros puestos. En el Nacional
Ponce mantuvo el buen tono, logrando el 7º puesto en un
torneo en el que siempre estuvo jugando en los primeros
tableros y que fue dominado por los jugadores catalanes: Ver
tabla. Al año siguiente obtuvo unos
resultados muy parecidos en ambas competiciones, logrando el 4º puesto en el Cto. de Cataluña
y el 10º en el de España: Ver
tabla.
No
cabe duda de que la experiencia estaba siendo muy positiva. En 1976
participó
en el Campeonato de España por equipos de 2ª División,
logrando dos victorias de gran prestigio ante Rey Ardid y
Miguel Ángel Nepomuceno (ver
partida). En el Regional de Cataluña ya
había podido jugar ante dos leyendas del tablero como Arturo
Pomar (con el que hizo tablas) y Jaime Lladó, todo un lujo que le
recordaba lo lejos que se encontraba de su querida Cuenca.
Con el paso de los años Ponce fue acumulando en su maleta
un buen número de anécdotas, algunas de las cuales
podéis conocer a continuación:
Ponce
seguía completando fases del camino, el cual era cada vez
más escarpado, siendo uno de los jóvenes más valorados
dentro del ajedrez catalán. Gracias a ese estatus fue uno
de los jugadores seleccionados por la Federación Catalana
para participar en unas sesiones de entrenamiento con el
Maestro Internacional yugoslavo Drazen Marovic, a las que
también acudieron, entre otros, Ángel Martín, Joan
Pomés, Xavier Mateu, Francisco Javier Ochoa, Víctor
Vehí o las hemanas Canela. Las clases se impartieron a lo
largo de una semana en la Asociación Barcinona, con sesiones de
trabajo de 4
horas en las que, sobre todo, se dio
prioridad a la teoría y al análisis de posiciones. Una vez
finalizado el clinc, Marovic comentó que le habían
sorprendido dos de los participantes, Ángel Martín y
José Ponce, en los que había visto interesantes ideas.
También mostró su sorpresa ante el escepticismo dibujado en la
cara de la mayoría de participantes cuando sugirió que
era necesario prepararse
durante varias horas diarias... aunque parece ser que las
jóvenes promesas del ajedrez catalán tampoco quedaron
demasiado impresionadas por las clases del maestro yugoslavo.

Maestro
Internacional Drazen Marovic
En esa época Ponce también pudo jugar ante algunas figuras
internacionales en sesiones de simultáneas. De este modo,
combatió en el tablero ante Vitaly Tseshkovsky, uno de
los maestros más fuertes de la URSS en aquellos tiempos,
logrando unas meritorias tablas jugando
la variante Flohr de la Española, línea en la que
Tsehkovsky era todo un experto. En esa sesión también
pudo conocer a la leyenda del ajedrez Efim Geller, que
había viajado a Barcelona junto a Tseshkovsky. Geller fue
un
auténtico matagigantes que logró un score positivo ante
casi todos los campeones del mundo a los que se enfrentó
(Botvinnik, Smyslov, Petrosian y Fischer, además de un
empate técnico con el genial Mikhail Tahl) y que siempre
fue un firme aspirante al título mundial.
En los años 70 comenzaron a proliferar los Open, muchos
de ellos de rápidas, una nueva forma de competición más
rentable para los organizadores al permitir que los
aficionados pudiesen competir al lado de los maestros. Ponce,
como muchos otros jugadores, aprovechó este nueva tendencia para
participar en
más torneos. En los torneos de
rápidas siempre se mostró competitivo, logrando
buenos resultados, como lo prueba su
excepcional actuación en un torneo organizado durante la
entrega de los premios Óscar del ajedrez 1977 ante una competencia de
primer nivel: Ver
detalles del torneo. Ese mismo año logró
otro gran resultado que puso de manifiesto que había
alcanzado un nivel que le permitía competir al nivel de
alguno de los jugadores más importantes del país: I
Open de Albacete 1977.
Su reputación iba en aumento y en Julio de 1977 acudió
al Campeonato de España femenino en calidad de entrenador de
Teresa y Conchita Canela, que finalizaron en 19º y 6º
lugar de 24 participantes (las hermanas Canela eran las
jugadoras más fuertes de Cataluña en ese momento,
siempre aspirando al título de campeona de España).
Sin embargo, había llegado el momento de tomar decisiones en su vida
personal: Ponce inició la carrera de Psicología y
también comenzó a trabajar en el departamento de contabilidad de
una empresa. Una vez integrado en el mundo laboral las
prioridades cambiaron:
abandonó los estudios y el ajedrez se resintió
notablemente ante la falta de preparación.
Las buenas noticias siguieron apareciendo: en esa época
encontró un nuevo trabajo en Hacienda y fue invitado a
jugar su primer torneo cerrado... sin embargo la suerte
siempre es caprichosa y, cuando se acercaba el comienzo del
torneo, Ponce comenzó el servicio militar, siendo
destinado a Ceuta; la oportunidad se esfumó y Ponce
desapareció de los tableros durante una larga temporada.
Curiosamente, lo mejor aún estaba por llegar:
Un
triunfo sobresaliente: el campeonato encantado

Para los jugadores catalanes uno de los retos más interesantes
de cada temporada era el Campeonato de Cataluña, ¿quién se
podía imaginar que un jugador conquense inscribiría su
nombre en el palmarés de uno de los torneos más
prestigiosos de España? José Ponce lo
logró en 1983, consiguiendo que el encantamiento que siempre rodea a
Cuenca se trasladase hasta Barcelona a través de un tablero
de ajedrez. Lo logrado por Ponce no fue fruto de la
casualidad ni flor de un día, era la culminación de
muchos años de trabajo. Ponce logró clasificarse para la
final de la forma más complicada: a través del
Campeonato provincial de Barcelona, competición que sólo
otorgaba una plaza para la ansiada final. En el provincial
tuvo que superar
a una gran competencia y lo logró de forma contundente y
convincente: Campeonato
provincial de Barcelona 1983.
El hecho de estar en la final ya era algo histórico. No
en vano Ponce iba a competir al lado de Ángel Martín
(que sería 4 veces campeón de España y ganador de
infinidad de torneos), Alfonso Romero (que también sería
campeón de España), Miguel Illescas (8 veces campeón de
España y mejor jugador del país durante muchos años) o
Gil Reguera (uno de los jugadores más fuertes de España
en aquel entonces). Como era de esperar la lucha fue
intensa, los participantes pelearon por cada centímetro
de tablero y las diferencias entre todos ellos fueron mínimas.
Ponce se mostró ambicioso, como solía serlo siempre, y
sumó varias victorias de gran importancia que le
permitieron liderar el torneo prácticamente en todas las
rondas, aunque en la penúltima ronda sufrió su única
derrota, la cual le colocó en segunda posición a medio
punto del líder, Alfonso Romero. En una última ronda
para recordar Ponce logró una rápida victoria ante Minguell, lo que trasladaba toda la presión a Romero
Holmes (ya que un empate a puntos favorecería al
conquense). Y Romero sintió como la tensión le atenazaba
en su
partida contra Illescas, en la que terminó cediendo en un
final donde los apuros de tiempo y los errores estuvieron
muy presentes. El encantamiento se había producido, ¡un
conquense reinaba en la plaza fuerte del ajedrez
español!: Campeonato
de Cataluña 1983.
Y
el ajedrez pasó a un segundo plano

Ponce,
con negras y de negro, de regreso a los tableros conquenses (Torneo de Ferias
2018)
Tras el triunfo en el campeonato de Cataluña, por el que
recibió el título de Maestro Catalán, había llegado el momento de plantearse una posible
carrera profesional dentro del ajedrez. Ponce estaba en el
punto más alto de la colina y desde allí el intento
podría resultar más sencillo, sin embargo la decisión,
a la que todo ajedrecista serio se tiene que
enfrentar tarde o temprano, no era sencilla: una carrera
dedicada al ajedrez es difícil de conciliar con la
vida familiar y siempre representa una opción arriesgada ya que
incluso si los resultados acompañan, los
apuros económicos terminan apareciendo. Tras colocar
cuidadosamente cada argumento en su balanza personal,
Ponce decidió cambiar de dirección y optó por regresar
a Cuenca junto a su familia. Una vez en casa, completó
estudios de Filología francesa y aprobó unas oposiciones
que le permitieron trabajar como celador en el Hospital Virgen de la Luz, aunque finalmente
terminó trabajando en
Caja Rural durante 32 años.
Las piezas de ajedrez se fueron diluyendo con el discurrir
de una vida que se iba concretando: un trabajo estable y
la creación de una familia con tres hijos no dejan
demasiado tiempo para prepararse en un mundo tan exigente
como el ajedrez. Ponce siguió
regresando al tablero, aunque siempre de forma esporádica, sin la
intensa preparación de su juventud, con una
fuerza que, como no podía ser de otra forma, fue
decayendo. De todos modos, Ponce siguió viviendo buenos
momentos en el mundo del ajedrez y lo hizo junto al gran
impulsor de este deporte en Castilla la Mancha: José Mª
Redondo. Redondo, que era presidente de la Federación
castellano-manchega, creó el club Hergauto, que con los años
cambiaría varias veces de nombre (CAYMU, Telefónica u
Hostería de Cañete), en el que aglutinó a
los jugadores más destacados de la comunidad (Visier,
Rayo, los hermanos Alcazar, Herminio Herraiz o el propio
Ponce), reforzando el equipo con maestros extranjeros como
Reyes, Ubilava, Pigusov, Dämaso o Galego. Esto permitió
que Ponce pudiese participar en campeonatos por equipos,
regionales y nacionales, y no abandonase del todo el
ajedrez... llegando incluso a ser vicepresidente de la
Federación castellano-manchega junto a Redondo.
Unos meses después de su regreso a Cuenca, con todo por
organizar, Ponce participó en el que ha sido su único
torneo en el extranjero: el Open de Guarda (Portugal). En
Portugal estuvo a buen nivel y jugó la partida más
interesante del torneo, la cual se desarrolló mientras
afuera se desataba una violenta tormenta con abundante
lluvia, relámpagos y truenos... parece que la tormenta se
trasladó al tablero y al ánimo de los jugadores: Open
de Guarda 1983.

Herminio
Herraiz y José Ponce durante el ajedrez viviente de 2002
Todavía hubo tiempo para conseguir algún éxito más: en
1993 Ponce logró la victoria en el campeonato de Castilla
la Mancha absoluto, una competición realmente dura en la
que participó Fernando Visier y donde no lo tuvo nada
fácil: Regional
CLM 1993. De este modo,
José Ponce Navalón había conseguido algo al alcance de muy
pocos: ser campeón en dos regiones diferentes. A partir de ese
momento, ya sólo hubo participaciones en torneos
organizados en Cuenca y cada vez con menos frecuencia. En
2002 participó, junto a Herminio Herraiz, en un ajedrez
viviente organizado para la presentación de la IV
Alvarada que se iba a celebrar en Cañete (Cuenca). Se
escogió una temática medieval en la que todo el pueblo
colaboró confeccionando trajes (un saltimbanqui era el
encargado de mover las piezas) y se decidió representar
una partida antigua, una obra de arte jugada por Edgar
Lasker: Lasker
- Thomas. Londres 1912.

Simultáneas
de José Ponce en Uclés (Cuenca), año 2003
En 2018 Ponce dijo adiós al mundo laboral tras su
jubilación y decidió retomar el ajedrez. Los tiempos
pasados no volverán, pero las victorias sí han regresado:
Ponce consiguió vencer en el Provincial de Cuenca y en un
torneo de rápidas organizado en Tarazona, además su buen
papel en el Campeonato de Castilla la Mancha le sirvió
para ser campeón regional de veteranos, lo que le permitió
jugar el Campeonato de España de veteranos, volviendo a
vivir desde dentro las sensaciones de la competición.
74
partidas de José Ponce |

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Palmarés
de José Ponce |

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Elo
de José Ponce hasta 1983 |

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Algo
más que ajedrez

Ponce siempre fue un apasionado de la lectura y
concretando más, de la poesía. Aunque no se limitó a
permanecer del lado del lector, sino que quiso cruzar y
dirigirse al siempre maravilloso mundo de los escritores.
En su época universitaria comenzó a escribir sus
primeros relatos y lo ha seguido haciendo durante el resto
de su vida. Novelas, relatos de ficción, poesía, todo
servía para dar rienda suelta a ese lado creativo, en
varias ocasiones con el ajedrez apareciendo en la
trama o haciéndolo de forma indirecta. A continuación
podéis ver una muestra del estilo literario de Pepe
Illarguia a
través de un poema que cierra su obra "Homero y
el vendedor de Haikús":
Descenso
a los infiernos de la poetisa Alejandra Pizarnik |
 |
Ponce escribió su primera novela en 2006, aunque ésta nació
de lo que pudo haber sido una tragedia: tras un accidente
de tráfico estuvo 4 meses recuperándose de la rotura de 3
costillas y el esternón, tiempo en el que se dedicó a
escribir. Tras este agitado pistoletazo de salida, Ponce
ha escrito otras obras como un guión corto parodiando a
Woody Allen, una obra teatral sobre la guerra de los
Balcanes, relatos, cuentos y poesía. Todas estas obras
han sido autopublicadas bajo pseudónimo: Pepe Illarguia.
Ponce es su apellido ajedrecista, Illarguia su marca
literaria (como él mismo define: luz muerta, luz
prestada, Luna).
Uno de sus primeros relatos tuvo al ajedrez como base
central, ya que estuvo dedicado al Gran Maestro soviético
Alexander Zaitsev. Zaitsev tuvo una muerte misteriosa (a
pesar de que la versión oficial decía que falleció por
una trombosis durante una operación en una pierna) y
cuando Ponce trató de indagar sobre este tema preguntando
a distintos jugadores soviéticos con los que coincidió, todos
cambiaron rápidamente de tema como si hubiese algo oscuro
detrás. El ensayo, del que no guardó copia, se trataba,
según sus propias palabras, de un divertimento
etimológico en el que se hablaba del origen de la palabra
'ajedrez':
La
palabra ajedrez tiene su origen en el latín: age dextre
(obra correctamente), lo cual queda ilustrado en el
siguiente diagrama:

Aquí
el blanco gana jugando Rd6. Sin embargo, si es el negro el
primero en mover gana mediante Rf3... luego el ajedrez es
un juego para ganar. ¿Qué ocurre si aproximamos los
reyes a los peones?

Ahora
el bando que juegue pierde
En definitiva, el ajedrez es un juego para perder. Las
palabras francesas échec y fracas (fracaso y estrépito)
así lo indicaban.
Ponce dio el ensayo al gran Manuel Rivas para que lo
leyese y éste, meneando la cabeza, repetía "no
puede ser".
Desde siempre el ajedrez conquense se ha limitado al
ámbito local, salvo la excepción de Herminio Herraiz en
tiempos más recientes. Por eso, la historia de José
Ponce Navalón merecía ser contada, sus éxitos,
coronados por su triunfo en el Campeonato de Cataluña,
necesitaban ser recordados y conocidos. Espero que estas líneas
cumplan con ese propósito.
Javier
Cordero Fernández
(03
Marzo 2019)
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